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2/08/2011

LA MENTIRA

***¿Qué pasaría si desde hoy, sin excusas ni amagues, decidiéramos mostrarnos como en verdad somos y asumiéramos el riesgo de hacernos públicamente responsables de nuestras acciones, pensamientos y afectos?
¿Generaríamos tanto rechazo como creemos?

Para algunos, mentir se ha convertido en un estilo de vida.
Sin advertirlo, han creado una red tan compleja de información falsa, que ya no saben como escapar del enredo y hallar la verdad.
Con la mentira se puede llamar la atención y producir admiración. Poder ficticio, pero poder al fin.
Los mentirosos sostienen que aunque el deslumbramiento no es legítimo, de todas maneras lo disfrutan bastante. Su posición es clara
e implacable, ya que usan la mentira como un instrumento para obtener ganancias secundarias.
También miente para huir de las obligaciones asumidas; pudiendo inventar una enfermedad, una calamidad doméstica o hallar un chivo expiatorio, para su imaginación.
A veces, pareciera no existir antídoto contra esta tentación. ¿Quién no ha mentido alguna vez?
Aunque se trate de mentiras piadosas (justificadas en la intención de no causar daño innecesario).
                                         ¿Quién tira la primera piedra?
Las mentiras frecuentes pueden originar, al menos, dos problemas de consideración:
*El primero, cuando se vuelve costumbre y se repite mecánicamente, sin mucho sentido.
Muchas personas sin saber porque lo hacen se convierten en mentirosos crónicos; embaucar por embaucar.
*El segundo, cuando el mentiroso llega a creer los inventos que a dicho y termina confundiendo la verdad con la mentira.
La mentira lleva a las personas adoptar una forma de autoengaño donde la existencia real y la fantasía se entremezclan peligrosamente.
El mentiroso no sólo termina siendo víctimas de sus propios inventos, sino que en muchos casos hace victimas a otras, dañándolas profundamente.
Esta farsa puede continuar por años y si no es tratada, puede causar dolor y daños irremediables.
La mentira puede obrar como una píldora de "éxtasis", que alivia  el gran equipaje de la vida, pero su efecto no dura para siempre y termina mostrando la cruda realidad.

Dejar de mentir es un alivio.
Sin máscaras, el rostro se ve mejor, más relajado, mas joben, más dulce...y dejaremos de vernos tan perfectos comos hemos querido aparentar, pero al menos auténticos. Deben ser muy pocos los que nunca han mentido, si es que los hay. De todos modos, puedes al menos ser veraz sobre los rasgos que te definen en esencia, y que no podrás disimular o enmascarar, sin sentirte traidor de tus propias causas.

Dios no busca seres humanos perfectos, el busca corazones imperfectos, para mostrar su  grandeza y  dar fuerzas al débil.
Siempre que reconozcamos nuestra miseria humana tendremos la oportunidad  de cambiar  y crecer espiritualmente.
No pidas a Dios que te libre de las tentaciones de este mundo, sino mas bien  pídele gracia, poder y fuerzas para combatirlas, cambiar y ser libre de ellas; que El Espíritu Santo te de autoridad y  poder, para caminar por este mundo, con la frente en alto  y mostrar lo especial que eres en el poder de tu SEÑOR JESUS.

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